La Argentina tiene importantes recursos hídricos, aunque distribuidos de manera muy desigual. La región NE (el Litoral Fluvial o Mesopotamia Argentina) concentra la mayor proporción de agua dulce superficial y subterránea en estado líquido. En la superficie, se destacan el río Paraná y sus afluentes, los Esteros del Iberá en la provincia de Corrientes, así como el río Uruguay y sus tributarios. A nivel subterráneo, el Acuífero Guaraní bajo la zona de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay constituye una enorme extensión de agua subterránea que se encuentra infiltrada en los poros del subsuelo rocoso. En la provincia de Santa Cruz, sobre el límite con Chile, se halla el Campo de Hielos Continentales, una extensión elevada a 1.300 msn, de más de 300 km de Norte a Sur por unos 50 km de Este a Oeste, con una profundidad variable de entre 100 metros a un kilómetro. Está formada completamente por hielo y nieve de agua dulce, que se acumula en invierno por las nevadas y que se derrama hacia zonas más bajas formando numerosos glaciares en Chile y Argentina. Es la mayor masa de agua dulce superficial -congelada- del País. Sin embargo, la mayor parte del territorio argentino es árida o semi-árida, es decir que recibe menos de 400 mm de lluvia o nieve por año. Las aguas superficiales permanentes o semi-permanentes forman diferentes ambientes acuáticos, muy ricos en biodiversidad. Algunos de los principales ambientes acuáticos del País son la Costa Marina, las Lagunas y Bañados de llanura, y las Lagunas Altoandinas.
Pero también existe agua en estado sólido: el hielo que se acumula sobre la superficie de la Antártida, de Groenlandia, en los Campos de Hielos Continentales de la Patagonia y en miles de glaciares ubicados en otros lugares del planeta. En Argentina tenemos centenares de glaciares.