Hacia el interior de la Tierra, la temperatura y la presión aumentan con la profundidad. Por debajo de la corteza sólida, y separado por una capa de magma viscoso de rocas fundidas, se encuentra el manto. Esta capa es principalmente sólida, aunque no rígida ni monolítica, sino más bien plástica. El manto está formado por partículas sólidas a granel comprimidas por el peso de las capas superiores. Forma el 85% del volumen total del planeta. Su composición química es diferente a la de la corteza.
Las diferencias de temperatura entre las partes que forman cada una de sus capas producen movimientos de convección. Son corrientes cerradas de materiales que circulan lentamente hacia arriba y abajo en su interior.
Esas corrientes generan el desplazamiento de las placas tectónicas en que está fragmentada la corteza terrestre. Y, como consecuencia, producen el movimiento de los continentes, la elevación de las cordilleras, los grandes terremotos y la actividad volcánica en la superficie.