Por Agostina Bordunale

 

¿Qué tienen en común un oso hormiguero, un armadillo y un perezoso? Todos estos animales pertenecen al mismo grupo taxonómico: Xenarthra. Eso quiere decir que comparten algunas características que los hacen únicos y diferentes al resto de los organismos vivos. 

 

Armadillo.

 

Los xenartros son mamíferos placentarios, es decir, mamíferos que tienen mamas que producen leche para alimentar a sus crías, pelos en el cuerpo y crías que se gestan en el interior de los cuerpos de sus madres y se alimentan a través de la placenta. 

Hasta aquí, nada diferente a un humano o una ballena tomando como base la condición de mamíferos de las tres especies. Pero, ¿qué características diferencian a estos mamíferos de los humanos? Se caracterizan por tener dientes poco desarrollados pero principalmente porque tienen en alguna de las últimas vértebras de la columna un pedacito de hueso extra, llamado apófisis xenartral, que aparentemente brinda mayor solidez a  la columna vertebral y región pélvica para facilitar ciertos movimientos como la braquiación (balanceo entre árboles), para trepar a árboles o para excavar con fuerza. 

Esa articulación es la que les otorga el nombre de xenartros, ya que xenarthra significa “articulación extraña” (xenos, extraño y arthro/a articulación). 

 

La morfología de la vértebra xenartral. (Mamìferos: Xenathra) por Timothy J. Gaudin. Vértebras torácicas y lumbares en vista anterior, posterior y lateral izquierda (de izquierda a derecha). A, T4, B, L3. Barra de escala = 1 cm. Abreviaturas: ap, anapófisis; az, facetas cigapofisarias anteriores; dp, diáfisis; la, lámina; mp, metáfisis; ns, espina neural; pe, pedicelo; pz, facetas cigapofisarias posteriores. pz: faceta cigapofisaria posterior; rf: faceta costal; sn: escotadura de salida del nervio espinal; tp: apófisis transversa; vc: centro vertebral.

 

Esta articulación aporta más estabilidad a la columna de los xenartros, permitiendo que las extremidades como las patas y la cola sean más efectivas para realizar movimientos; por ejemplo, a la hora de buscar alimento, amamantar o huir. 

Estos animales son endémicos de América. Esto es: no existen, naturalmente, especies de este grupo fuera de América. Las primeras especies de xenartros se originaron en América del Sur. Posteriormente, se distribuyeron por el centro y norte de América, y actualmente, debido al transporte a cargo de humanos, se encuentran en otras regiones del mundo a las que nunca habrían llegado de manera natural.  

En el presente, existen 39 especies conocidas de xenartros. La mayor parte de ellos se distribuye en América del Sur y Centroamérica. Una especie, exclusivamente, se ha registrado en América del Norte. 

Un poco de historia

Los xenartros comenzaron a poblar la Tierra hace unos 65 millones de años atrás. Los registros más antiguos pertenecen a la época del Paleoceno (correspondiente al período Paleógeno) de la era Cenozoica. Todos aquellos registros fueron hallados en Sudamérica. 

Durante el Cenozoico este grupo se diversificó increíblemente gracias al aislamiento que presentaba América del Sur respecto del resto de los continentes, y debido a la variedad de ecosistemas, climas y fenómenos ambientales que se sucedieron por aquellos tiempos.

 

Gondwana.

 

En el período comprendido entre el surgimiento y la diversificación de los xenartros, la Tierra era muy distinta a cómo es hoy. América del Norte estaba separada de América del Sur, que a su vez estaba mucho más cerca de Antártida. Esto daba lugar a que los xenartros pudieran explorar hábitats muy diferentes, y especializarse en diferentes recursos y nichos ambientales. 

Pero tres millones de años atrás, durante el Plioceno, se formó el istmo de Panamá que finalmente unió el continente americano, y separó a su vez, en Centroamérica, el océano Atlántico del Pacífico. También se separó Antártida de América del Sur mediante el Pasaje de Drake (o Mar de Hoces) trayendo esto último, múltiples consecuencias para la vida en el continente sudamericano.

Mientras tanto en el hemisferio norte hacían lo mismo otros mamíferos, los antecesores de los actuales caballos, pecaríes, felinos, elefantes y otros grupos de animales que no estaban en el sur. 

Debido al puente que formó el istmo de Panamá, se produjo un intercambio de animales entre el norte y el sur del continente que transformó para siempre la biodiversidad de América. Ese intercambio es conocido como el Gran Intercambio Biótico Americano (GIBA). Durante ese período muchas especies se extinguieron debido a que surgieron nuevas enfermedades; también porque la competencia por el alimento fue mayor y porque muchas especies de predadores que antes no existían en ese lugar, ahora plagaban el territorio y atacaban a otros animales. 

A pesar de que muchas especies de animales desaparecieron luego del GIBA, muchas otras lograron prosperar en el continente adaptándose a las nuevas condiciones ambientales y ecológicas. 

Los animales presentes en Sudamérica evolucionaron en formas gigantescas en aquellos tiempos. De aproximadamente 120 géneros, 40 presentaban cuerpos de más de 100 kg y más de 20 presentaban cuerpos de más de 1000 kg. 

Caminaban por América del Sur llamas, tapires, aves del terror (fororrácidos, aves predadoras extintas) y xenartros. Estos últimos, además de su gran tamaño corporal, que representaba una de las estrategias más útiles para evadir la depredación, se caracterizaron por presentar un metabolismo basal muy bajo. Se cree que este mecanismo podría haber resultado útil para evadir la competencia con otros herbívoros dado que al tardar mucho en digerir el alimento se alimentaban pocas veces a la semana. Los megaterios (perezosos gigantes) y gliptodontes (mamíferos acorazados) son algunos de los xenartros más conocidos de la fauna sudamericana prehistórica, no sólo por su tamaño sino por la gran abundancia que existió en el territorio. De eso da cuenta el registro fósil. 

Si bien aquellas especies se extinguieron, hoy guardan relación con descendientes vivos posibles de encontrar en Argentina y el continente. 

 

Clasificación en grupos

 

Los xenartros se pueden separar en dos grandes grupos: el orden Pilosa y el orden Cingulata. El grupo Pilosa incluye a todos los osos hormigueros y meleros (suborden Vermilingua), de hábitos insectívoros. Tienen un hocico largo, no poseen dientes y tienen una lengua recubierta de una saliva muy pegajosa. Poseen garras en sus patas con las que agujerean troncos y el suelo para extraer con la lengua los insectos. En el territorio argentino habitan dos especies: el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla), que se desplaza en el suelo buscando nidos de hormigas y termitas, recorriendo grandes distancias a diario para alimentarse; y el oso melero (Tamandua tetradactyla), una especie arborícola que puede verse al norte de Córdoba, y que con su cola prensil (como la de los monos) se mantiene en los árboles buscando hormigas y termitas en huecos de troncos.

 

Oso hormiguero.

 

Dentro del orden Pilosa también están los perezosos y extintos megaterios (suborden Phyllophaga), de hábitos folívoros, es decir que comen hojas. Estos animales son arborícolas, tienen el cuerpo adaptado para desplazarse entre los árboles sin tener que bajar al suelo. Tienen un metabolismo basal muy bajo, por lo que comen muchas hojas y tardan mucho tiempo en digerirlas, llegando a defecar una sola vez por semana. Los actuales perezosos no superan los 50 cm de largo y los 6 kg; pero hace 65 millones de años, los perezosos que habitaban los bosques y selvas del planeta llegaban a medir hasta 5 metros de alto y pesaban alrededor de 5500 kg como el Megatherium. Se considera que en la actualidad ninguna especie de perezoso habita en Argentina. El último registro que se tiene es de 1900, en las selvas misioneras. 

 

Oso perezoso. Crédito: Natalia Zhuvalova

 

En el Parque de Huellas de Plaza Cielo Tierra están representadas especies de este grupo. En tal sentido, es posible ver las huellas de Megatherium americanum, un perezoso gigante que se alimentaba de hojas, y utilizaba su poderosa cola para pararse erguido y alcanzar hojas más altas en las copas de los árboles. También están las huellas de Mylodon darwini, otro perezoso gigante del que se tienen muchos registros fósiles, incluso heces fosilizadas (coprolitos).

 

 

Jardín de las Huellas en el Centro de Interpretación Científica, Plaza Cielo Tierra.

El orden Cingulata agrupa a los armadillos, mulitas y a los extintos gliptodontes. Este grupo se caracteriza porque presentan bandas articuladas en su cuerpo que están formadas por placas de hueso, están interrelacionados entre sí y sirven de protección. Los miembros de este grupo se encuentran a lo largo de todo nuestro país, son omnívoros, se alimentan prácticamente de todo lo que pueden ingerir. Estos animales tienen hábitos fosoriales, eso implica que cavan cuevas para vivir y resguardarse, y para ello poseen garras muy desarrolladas en sus patas que también utilizan para alimentarse. 

En la actualidad, el representante vivo más grande es el Tatú carreta (Priodontes maximus) que puede llegar a medir 1,5 m y a pesar 60 kg. Este xenartro en particular está en peligro de extinción. El resto de los armadillos son más pequeños. Sin embargo, en la era Cenozoica, los gliptodontes que pertenecieron a este mismo grupo llegaban a alcanzar hasta una altura de 2 m y a pesar alrededor de 2000 kg. 

En el Parque de Huellas están representadas las icnitas (huellas) de un gliptodonte nativo, Glyptodon, herbívoro de casi 3 metros de largo que pesaba alrededor de 2000 kg.

 

 

Armadillo

Como mencionamos antes, las formas gigantes de estos animales se extinguieron y eso puede haber ocurrido por múltiples causas que involucran el clima y la llegada de los humanos al continente. 

La Tierra, hace alrededor de 2 millones de años, experimentó una serie de cambios en patrones climáticos que alteraron los ecosistemas, la vegetación y obviamente tuvieron influencia en la fauna. En esa época estos cambios hicieron que la vegetación se viera afectada y que por ende, los grandes herbívoros perdieran alimento. Sin embargo, se cree también que la llegada de los humanos al continente sudamericano podría haber potenciado la desaparición de muchas especies de megafauna. 

Algunas teorías sugieren que los humanos fueron clave en la desaparición de los megacarnívoros, y que los cambios ambientales generados por la combinación del clima y de los humanos contribuyó a la desaparición de los megaherbívoros que cada vez encontraban menos alimento y refugio en la vegetación, y que eran cazados por los humanos. Eso podría haber hecho que desaparecieran de la faz de la Tierra.

Actualmente, las especies vivas de xenartros también enfrentan amenazas que están muy ligadas a la humanidad: caza, tráfico ilegal de fauna y pérdida de hábitat. Los osos meleros y perezosos son comercializados como mascotas, mulitas y armadillos son cazados para utilizar sus caparazones en instrumentos musicales y también para consumirlos. 

La pérdida de hábitat que generan actividades económicas como la agricultura y la minería afectan directamente a estas especies que necesitan árboles para vivir y alimentarse, que no consiguen alimento en los suelos porque están contaminados y que se ven rodeados de rutas y autopistas que truncan sus recorridos diarios para alimentarse y reproducirse. 

Es importante que la humanidad comprenda que sus actividades y acciones  pueden impactar negativamente en las especies con las que comparte el planeta.

 

Crédito: Koen Swiers (CC0)

 

Finalmente algo que resulta súper interesante es entender no sólo la historia de los animales del pasado,  sino la historia compartida que construyeron con los ambientes que habitaron. 

Los xenartros, particularmente, siendo herbívoros gigantes tuvieron una alta influencia en la evolución de las especies de plantas de nuestra región. Al alimentarse de hojas, atacaban muchas especies de plantas, y a lo largo de los años, las plantas fueron desarrollando defensas para contrarrestar la herbivoría. Es por eso que se cree que muchas de las especies que encontramos en las regiones de Argentina tienen espinas grandes: habrían desarrollado estas estructuras para evadir la herbivoría. Y si bien estas criaturas ya no habitan nuestros suelos, y no se alimentan de estas plantas, su historia se ve reflejada aún en la vegetación de los ecosistemas en que vivían.

Es clave comprender que cada organismo vivo cumple un rol en la naturaleza, y perderlo afecta a la humanidad toda. Los armadillos por ejemplo, son claves en el reciclaje de nutrientes del suelo, ayudan a que otras especies aprovechen espacios que sus garras dejan. Los osos hormigueros y meleros, por otro lado, son claves para controlar insectos, contribuyen a la regulación de las poblaciones de hormigas.

Conocer la historia de nuestro territorio ayuda a comprender el rol e importancia de cada organismo vivo, para cuidarlos y conservar los ecosistemas. 

 

Fuentes consultadas

  • Hernández, F., Ríos, C., & Perotto-Baldivieso, H. L. (2019). Evolutionary history of herbivory in the Patagonian steppe: The role of climate, ancient megafauna, and guanaco. Quaternary Science Reviews, 220, 279-290.

  • McDonald, H. G. (2005). Palecology of extinct xenarthrans and the Great American Biotic Interchange. Bulletin of the Florida Museum of Natural History, 45(4), 319-340.

  • Metcalf, J. L., Turney, C., Barnett, R., Martin, F., Bray, S. C., Vilstrup, J. T., … & Cooper, A. (2016). Synergistic roles of climate warming and human occupation in Patagonian megafaunal extinctions during the Last Deglaciation. Science advances, 2(6), e1501682.

  • Nigro Norberto Ángel , Gasparri Bárbara & Steger Elisabeth Pepe. Xenartros argentinos : guía para su identificación. Fundación de Historia Natural Félix de Azara, Universidad Maimónides, 2021. URL: https://www.fundacionazara.org.ar/img/libros/xenartros.pdf

  • Oliver, J. D., Jones, K. E., Hautier, L., Loughry, W. J., & Pierce, S. E. (2016). Vertebral bending mechanics and xenarthrous morphology in the nine-banded armadillo (Dasypus novemcinctus). Journal of Experimental Biology, 219(19), 2991-3002.

  • Quiñones, S. I. (2020). Los Xenarthra (Mammalia) del Mioceno tardío-Plioceno del norte de la provincia de Jujuy y su comparación con aquellos de la provincia de Buenos Aires.

  • Vizcaíno, S. F., Cassini, G. H., Fernicola, J. C., & Bargo, M. S. (2011). Evaluating habitats and feeding habits through ecomorphological features in glyptodonts (Mammalia, Xenarthra). Ameghiniana, 48(3), 305-319.

  • Villavicencio, N. A., Lindsey, E. L., Martin, F. M., Borrero, L. A., Moreno, P. I., Marshall, C. R., & Barnosky, A. D. (2016). Combination of humans, climate, and vegetation change triggered Late Quaternary megafauna extinction in the Última Esperanza region, southern Patagonia, Chile. Ecography, 39(2), 125-140.

  • Vizcaíno, S. F., & Bargo, M. S. (2014). Loss of ancient diversity of xenarthrans and the value of protecting extant armadillos, sloths and anteaters. Edentata, 15(2014), 27-38.

  • https://www.conicet.gov.ar/hallan-el-megaterio-mas-antiguo-de-la-argentina/

  • https://noticiasdelaciencia.com/art/8686/presentan-en-miramar-una-nueva-especie-prehistorica-de-dos-millones-de-anos

  • https://www.conicet.gov.ar/el-armadillo-mas-grande-del-mundo-solo-subsiste-en-areas-protegidas-del-chaco-argentino/

  • https://www.conicet.gov.ar/extincion-de-la-megafauna-los-seres-humanos-tendrian-mucha-mas-responsabilidad-de-lo-que-se-creia-hasta-ahora/

.